Del monstruo de Frankestein a una novela corta
Elegí esa idea, de entre todas las que tenía en el momento, porque di con una convocatoria para cuento, y, a pesar de haber considerado esa idea originalmente para guion (medio o largometraje), dado que aún no la tenía tan desarrollada, sabía que podía concentrarme en la parte central y dejarlo como un relato breve.
Pero mi mente cinematográfica me llevó a agregar y agregar y agregar cosas, cosas que probablemente no eran necesarias para la idea central, que aportaban para que todo tuviera sentido, pero más que nada al autor.
Además, me percaté de que había un límite de palabras para participar en dicha convocatoria, y que me había excedido ya por mucho.
Decidí entonces quitar de aquí y de allá, editar ciertas oraciones, reducir contenido y...
Era un caos. Ya no se parecía en nada a la historia que quería contar; parecía una serie de parches de información de distintas historias.
Así pues, tomé la decisión de olvidarme de la convocatoria y regresar a mi idea original, manteniendo el formato narrativo, sin regresarme al guion.
Quité toda la información que había estado agregando en las últimas semanas, y ajusté y acomodé de nuevo las ideas más completas, sin limitar mi número de palabras.
Pero algo me inquietaba... las vocecitas de los otros personajes. Los personajes principales de la historia original eran Ellie y Rigel, pero al indagar más sobre de dónde venían y cómo habían llegado ahí, habían surgido unos cuantos más que aunque se mencionaran vagamente en la historia de los protagonistas, me resultaba difícil eliminar para siempre.
Fue entonces cuando tuve una nueva idea: dejar esas otras "historias" como cuentos también, pero mantenerlos a la vez como capítulos de una historia más extensa. El detalle está en que cada una de esas historias anexas, tenían a sus propios protagonistas y sus propias temporalidades; mientras una historia duraba apenas unas horas, otras duraban meses, y las historias se intersecaban en distintos momentos, lo cual me dificultaba darle un orden cronológico a la "novela" completa. Fue por ello que al final opté por un orden aparentemente aleatorio, donde el lector pudiera elegir qué leer primero, qué después.
En realidad intenté ir retomando a uno de los personajes de la historia anterior y en la siguiente conocer la respuesta a esa pregunta ¿cómo llegó ahí? conforme me parecía sería interesante para mí como lectora. Después de todo, en formato impreso siempre habrá un orden (por más que uno sugiera elegir el propio).
De este modo, hubo todavía trabajo en cada una de las historias, de manera individual, y verificando congruencia con el resto de las historias. El monstruo de Frankenstein en el que se había convertido el "relato corto" cobró nueva vida con el nuevo formato, sin tener que sacrificar las partes que ya habían sido trabajadas, en cambio, se afinaron con la belleza de no tener límite de formato ni extensión.